Enrique Molina Garmendia
Nació en la ciudad de La Serena el 4 de agosto de 1871. Se casó con Ester Barañao, con la cual tuvo un hijo. Fue hijo del escribano Telésforo Molina y de Mercedes Garmendia, quien falleció cuando él solo tenía 4 años de edad.
La iniciación escolar de Molina fue en la Escuela Pública de Niñas, período de su vida que siempre recordó: "Debo anotar que por desgracia el profesor no manifestaba ningún afecto por sus alumnos y parecía al contrario complacerse en atemorizarlos y hasta martirizarlos...".
En 1887 y gracias al apoyo paterno, viajó a Santiago con el propósito de estudiar Medicina. Sin embargo, el alto costo de los libros requeridos lo hizo desistir, e ingresó entonces a la Escuela de Derecho. La fundación en 1889 del Instituto Pedagógico, cuando él aún cursaba leyes, le presentó el camino de su verdadera vocación: la de maestro. Como él mismo lo señalaría más tarde: "En el Pedagógico aprendí a salir del marasmo en que me mantenían envuelto vicios contraídos en el liceo. Aprendí a trabajar, a estudiar y comencé a sentir el seguro resorte de una disciplina interior. Arraigó en mí la idea de que Chile necesitaba más profesores que abogados y educar se me presentó como una misión social. Fue la iniciación en la búsqueda de un sentido pleno de vida".
Tras haberse titulado de profesor de Historia, Geografía y Filosofía en 1892, Molina comenzó su carrera docente en el Liceo de Chillán, impartiendo las cátedras de Historia y Geografía. Luego de 10 años en el Liceo de Chillán, decidió pedir su traslado a Concepción y allí permaneció durante dos años. El 14 de marzo de 1902, mientras impartía docencia en el Liceo de Chillán, se recibió de abogado, profesión que nunca ejerció.
En 1905 fue nombrado director del Liceo de Talca, hasta 1915.Durante la dirección del Liceo de Talca, Molina publicó sus primeros trabajos: La Misión del Profesor y la Enseñanza (1907); La Filosofía Social de Lester Ward y La Ciencia y el Tradicionalismo (1909), y El Pragmatismo de William James. Sus escritos y su desempeño lo convirtieron en el pedagogo más prestigiado de su generación. Esto le valió el reconocimiento del gobierno, que lo envió a perfeccionarse a Alemania y Francia (1911), en Pedagogía y en la administración y organización de universidades.
En 1916, Molina se hizo cargo de la rectoría del Liceo de Concepción, hasta 1935. Desde ese cargo se convenció de la necesidad de ampliar los estudios, permitiendo así una salida universitaria a los jóvenes de la región, próspera económicamente y ya bastante poblada.
Su iniciativa lo llevó a presentar su proyecto al mismo Presidente de la República, Juan Luis Sanfuentes: fundar una universidad en esa ciudad. Sin embargo, no tuvo éxito inmediato. Molina inició entonces una campaña para obtener fondos para la nueva universidad, que nacería en 1917 sin el apoyo estatal tantas veces solicitado por él y los penquistas, convirtiéndose así en Presidente del Comité Pro-Universidad. La creación de la Universidad de Concepción significó un enorme adelanto para la región, cuyo sostenimiento se aseguró con la creación de las "donaciones por sorteo", que sería el principio de la Lotería de Concepción (1921).
En 1918, Molina fue enviado nuevamente a perfeccionarse a Estados Unidos, conociendo las universidades de California, Leland Standford Junior, Wisconsin, Chicago, North Wester, Columbia, Yale, Filadelfia, Princeton y Harvard.
Aun cuando su formación profesional no era de la categoría de los maestros alemanes, la Universidad de Concepción nacería bajo la fuerte influencia del espíritu y método de las universidades americanas que Molina visitó.
En 1919, sus veinte años de docencia y el prestigio que le dieron sus libros y conferencias, lo llevaron a la rectoría de la Universidad de Concepción, a demás de ejercer como profesor de filosofía y sociología, hasta abril de 1956. A través de este cargo le dio el espíritu a la institución, cuyos lemas serían: "Por el desarrollo libre del espíritu" y "Sin verdad y esfuerzo no hay progreso".
En su extensa carrera docente, Molina produjo un sinnúmero de artículos, libros y estudios, centrados en temáticas filosóficas, pedagógicas y sociológicas, así como también en el resultado de sus observaciones en los viajes. Entre ellos están Educación Contemporánea, Por las Dos Américas, De California a Harvard y Peregrinaje de un Universitario.
Su obra filosófica (que lo convertiría en el más prestigiado filósofo americano de su tiempo) comprende textos como Filosofía Americana, Las Democracias Americanas y sus Deberes, Proyecciones de la Intuición, Nietzsche Dionisíaco y Asceta, La herencia moral de la filosofía griega y La filosofía en Chile en la primera mitad del siglo XX: notas y recuerdos.
La obra teórica de Molina fue esencialmente liberal y democrática. Conciente de su misión orientadora, en uno de sus discursos como rector, dijo: "Inspirémonos en el bien social, en la justicia y en la innegable solidaridad que nos liga a los demás hombres y ante todo a la nación en que viéramos la luz. No cumpliría mi misión si fuera de infundir virtud, de adiestrar los músculos e ilustrar el criterio de la juventud, quisiera encerrar sus ideas para todo el porvenir en un marco de hierro haciéndolas gemir y marchitarse bajo principios que no acepte el convencimiento. ¡Ah, no! Hay que ser libres para ser buenos por virtud propia. Y si mañana, obedeciendo a esta libertad, vosotros jóvenes pensáis de una manera distinta a la mía, siempre seréis mis discípulos y mis amigos porque la idea contraria no ha obedecido a fines cobardes y menguados sino que ha obrado espontáneamente y madura como el mejor fruto del alma". En 1927 fue Superintendente de Educación y en 1947 fue llamado por el Presidente Gabriel González Videla para hacerse cargo de la cartera del Ministerio de Educación Pública, hasta 1948, año que fue primer Presidente de la Sociedad Chilena de Filosofía. Sin embargo, muy pronto debió enfrentarse no solo a las limitaciones económicas de un presupuesto ineficiente, sino también a la crítica de su filosofía tildada de individualista y atea. Como el gobierno no entregaba fondos suficientes a la educación Molina realiza una acción benéfica de orden personal, solucionando, en parte, los problemas no sólo económicos de los profesores, sino también familiares.
Molina fue uno de los pocos chilenos que recibió un importante número de honores en vida, tales como rector honorario vitalicio de la Universidad de Concepción en 1956, y Profesor Honoris Causa de la Universidad de Chile. Molina falleció en Concepción el 6 de marzo de 1964.
En sus incontables viajes al extranjero y giras por el país, Molina recibió múltiples distinciones y condecoraciones, entre ellas:
• Medalla de Goethe, Alemania.
• Miembro académico de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile.
• Oficial de la Academia del Ministerio de Instrucción Pública, Francia.
• Caballero de la Corona, Italia.
• Miembro del Ateneo, México.
• Premio de Arte de la Municipalidad de Concepción, en 1953.
Citas en relación a la formación de la Universidad de Concepción:
• "La nueva Universidad, además de que forme profesionales de carreras liberales y profesionales técnicos, como los reclamaba el desarrollo e incremento de la riqueza nacional, sea un centro de variadas informaciones para el público, de extensión universitaria, de investigaciones y experimentaciones científicas y de fomento de la más alta cultura literaria, humanista y filosófica".
• "El alma de la Universidad tiene que formarla un ambiente filosófico y ético, que dejándose sentir en cada escuela, encuentre su expresión más definida en una Facultad Central de Filosofía y en el cultivo de las humanidades".
• "El Campanil, cortándose sobre los oscuros pinares y en el luminoso raso del firmamento, es bello. Será siempre bello. Va a ser el símbolo universitario por excelencia, signo de rectitud y elevación, columna que difundirá en las almas goce, placidez y serenidad, flecha que apunta a la altura, como la filosofía, donde más allá de las nubes que amedrentan, triunfa la claridad celeste". (En relación al Campanil de la universidad).
Otras citas:
• "La tendencia industrial es justa, es necesaria y salvadora, pero a que no se convierte en un ídolo fenicio que lance el rayo destructor contra todo lo humano, toda la cultura que ennoblece y embellece la vida".
• "(Las universidades) no las constituye el sólo conglomerado de escuelas profesionales, por muy completas que sean en su número y en su calidad, escuelas en que los jóvenes vayan a sólo vivir ciertas capacidades intelectuales y técnicas que les permitan ganarse la vida. Ni queda constituida tampoco por el hecho de agregar a esas escuelas, institutos de investigación científica ni por la preparación de especialistas".
• La misión que compromete al educador, consiste en la formación del alma de los individuos que se le han encomendado, misión que debe realizar con la mira puesta en el ideal de una sociedad mejor”.
martes, 2 de septiembre de 2008
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