martes, 4 de noviembre de 2008

Trabajo Competencias

Introducción

Hemos llegado a un punto de nuestra civilización en que la interacción entre humanos y máquinas es fundamental para desarrollar diversas actividades, incluyendo la transmisión y recepción de conocimientos. Las sociedades han experimentado nuevos y profundos cambios, pues vivimos en una época en que la información se ha desarrollado a pasos de gigante, el intercambio del conocimiento, el nacimiento de renovadas y modernas estructuras tecnológicas y comunicaciónales han revolucionado las formas de viva y el consumo de las personas. Somos testigos de una irrupción tecnológica en desarrollo, nunca antes vivida por la humanidad, que establece un nuevo modelo socio-cultural que conducen a que la educación se plantee de manera diferente, puesto que el desarrollo de las nuevas tecnologías ha ampliado las fronteras y trasfigurado el proceso de enseñanza y aprendizaje, entonces para ocupar un lugar en la sociedad del conocimiento la formación de recursos humanos es de vital importancia, el ajuste de la educación a las necesidades de las sociedades , a nivel local y global es un elemento de relevancia innegable, por eso se hace imperante implantar nuevas y cada vez mas exigentes capacidades de la mas diversa naturaleza.

Marco Teórico
Primer enfoque
Varios siglos atrás surgió una concepción nueva del insumo para el trabajo que fue desarrollada principalmente por Gary Stanley Becker en el libro Capital Human publicado en 1964. La Teoría del Capital Humano, contempla que el individuo es considerado un agente económico en el momento que toma la decisión de invertir o no en su educación arbitra, entre los beneficios que obtendrá en el futuro si continua formándose y los costos de la inversión, por ejemplo, el costo por la oportunidad -salario que deja de percibir por estar estudiando- y los costos directos -gastos de estudios. Seguirá estudiando si el valor de los costos y de las ventajas es positivo. El individuo tiene un comportamiento racional, invierte para sí mismo y esa inversión se realiza en base a sus oportunidades. Por otra parte, esta teoría permite distinguir entre formación general y formación específica. La primera es adquirida en el sistema educativo como alumno y tiene por objeto incrementar la productividad del o los individuos. Esos individuos, por último, incrementarán la productividad marginal en la economía. El financiamiento de esa formación lo realizan los individuos o el Estado. En cuanto a la formación específica este gasto lo asumen las empresas con el fin de capacitar a sus trabajadores para incrementar la eficiencia productiva, ya que esta productividad se basa en la creación, difusión y utilización del saber. Esta teoría revolucionó el área de la economía en su época, pero ¿qué sucede si nos enfocamos en la era del conocimiento y la tecnología?, la teoría del capital humano quedaría obsoleta pues tal como evoluciona el conocimiento y la tecnología es preciso desarrollar teorías que evolucionen, de estructuras jerárquicas en que unos piensan y deciden, a otros que operan y obedecen, a una organización abierta en que todos aprenden y cooperan, colaboran y comparten, con una actitud de compromiso y participación. Surge así el concepto de Organización que Aprende, en la que el objetivo se dispone a dar una orientación especial al conocimiento, al saber hacer, al saber ser, con un fuerte enfoque de conocimiento compartido, en que tanto la Organización en su conjunto como las personas mejoren sus capacidades como consecuencia del ejercicio de sus propias acciones, en una búsqueda de flexibilidad, de adaptación a los resultados y de mejora continua.
De capital a competencias
Quizás, la mejor manera de darnos cuenta del cambio radical y revolucionario que debe desarrollarse al interior de las organizaciones, con las personas, individuo a individuo, es cuando se caracteriza el perfil del trabajador de la Era del Conocimiento; de la “Nueva Economía”, un trabajador, ya no se debe considerar “prescindible”, sino se le debe otorgar confianza, para desarrollar un perfil creativo, innovador, que trabaje en equipo, con alto nivel de auto motivación y realización, que viva las transformaciones y los cambios como oportunidad, y no como una dificultad.
Evolución de un concepto
El concepto de capital ha evolucionado desde un concepto débil, definido como suma de saberes, a un concepto fuerte que involucra a toda la organización y que conduce a un Sistema Integrado de Gestión de los Recursos Humanos. Según Le Boterf, “una organización competente, de acuerdo a la visión del negocio, la conforman unidades organizativas competentes en el logro de sus propios objetivos, que a su vez están integradas por individuos competentes en su oficio particular. Esto genera el concepto de competencia colectiva, la que resulta de la suma de las competencias individuales”. Este concepto se vuelve fundamental en los enfoques de la “Nueva Economía”, capacitación para el desarrollo, que está bien diferenciado de la capacitación para el puesto de trabajo.
Hacia un concepto
En definitiva, la creación de conocimientos en las organizaciones, es sólo uno de los aspectos importantes, y su aprovechamiento está relacionado directamente con las acciones, tales como la gestión tecnológica, los flujos de información, la organización de las comunicaciones, la creación del clima de creatividad y confianza, iniciativas y emprendimientos, en una palabra, con cambios en el tratamiento de las personas. Además Exige la integración del Capital Humano, del Capital Estructural y del Capital Relacional, o en otros términos, de las Capacidades, Conocimientos, Experiencias, Valores, Necesidades, Motivaciones, con las Capacidades Grupales, Valores Culturales Organizacionales, Capacidad de Cambio y de Aprendizaje individual y organizacional.
Competencias educativas
Las competencias educativas se basan en la economía y en la administración y tratan de aproximar la educación a estas materias, en un intento de crear mejores destrezas para que los sujetos participen de la actividad productiva. Se intenta el mejoramiento de la calidad de la educación atendiendo a la construcción de competencias prácticas, con el objetivo de que los estudiantes puedan más tarde competir exitosamente en el campo laboral y, como resultado indirecto, los productos y servicios compitan en los mercados internacionales con buenos resultados. La necesidad de redefinir los lineamientos educativos fue impulsada por numerosos organismos gubernamentales y no gubernamentales, tales como la UNESCO, que intentaron construir una visión más integradora, y señalar así la necesidad de impulsar la transformación de la educación, aumentar el potencial científico-tecnológico de cada región con miras a la formación de una ciudadanía moderna, vinculada tanto a la democracia y la equidad como a la competitividad internacional. La UNESCO manifiesta que es necesaria la formación en valores y actitudes. Se requiere personas que sepan trabajar en equipo, que puedan ponerse en el lugar del otro y comprenderlo, que se hagan responsables del compromiso que toman, que puedan resolver por sí misma situaciones problemáticas, que sean eficaces, solidarias y veraces. De esta manera se decretó que las competencias sean el eje de los nuevos modelos de educación y que, como lo hacen las empresas, se centren en el desempeño. En la educación, el enfoque centrado en competencias significa el saber o el conocimiento en la acción. No como tradicionalmente se ha entendido, el conocimiento para guardar en la memoria, sino en la ejecución; el conocimiento o el saber para hacer algo, lo que implica una convergencia de los conocimientos, las acciones, las actitudes, las aptitudes y los valores.
El desempeño ocurre en un ámbito más o menos concreto, en un contexto determinado y de acuerdo con ciertas normas o criterios previamente determinados. Este nuevo enfoque se centra en los sujetos y en la participación, no es ya la corriente educativa que situaba al alumno como ser humano único e irrepetible, alumno-persona, y depositaba el énfasis en el proceso proponiendo no sólo que el alumno participara, sino que se transformara, así como buscaba que fuera el mismo estudiante quien transformara su realidad; no pretendía conformar comportamientos como lo hacen las competencias, sino que entendía la educación como un proceso permanente en el que el alumno iba descubriendo, elaborando, reinventando y haciendo suyo el conocimiento. Por el contrario, las competencias educativas intentan que el mejoramiento de la calidad de la educación atienda a la construcción de competencias y demuestre su desempeño en forma práctica, para que los estudiantes en un futuro puedan competir exitosamente en el campo laboral y, como resultado indirecto, los productos y servicios compitan con buenos resultados en los mercados internacionales. No se plantea ya la transformación del alumno para que mejore su sociedad, sino de su competencia en un mercado laboral, que aún no se sabe si mejorará la sociedad como tampoco se sabe si la competencia será justa o no para esta sociedad.
El concepto de competencia, tal y como ahora se entiende en la educación, resulta de las nuevas teorías de cognición y básicamente significa saberes de ejecución. Puesto que todo conocer se traduce en un saber, entonces, es posible decir que son recíprocos competencia y saber: saber pensar, saber desempeñar, saber interpretar, saber actuar en diferentes escenarios, desde sí y para la sociedad (dentro de un contexto determinado).
La educación basada en competencias, según Holland (1966, 97), se centra en las necesidades, estilos de aprendizaje y potencialidades individuales para que el alumno llegue a manejar con maestría las destrezas señaladas por la industria. Formula actividades cognoscitivas dentro de ciertos marcos que respondan a determinados indicadores establecidos y asienta que deben quedar abiertas al futuro y a lo inesperado. Si sólo se tomara esta definición seria muy baga y no estaría explicando el verdadero significado de competencias.
Richard Boyatzis (1982) expresa que una competencia es la destreza para demostrar la secuencia de un sistema del comportamiento que funcionalmente está relacionado con el desempeño o con el resultado propuesto para alcanzar una meta, y debe demostrarse en algo observable, algo que una persona dentro del entorno social pueda observar y juzgar. Las competencias al converger con las habilidades determinan qué tan efectivamente se desempeñan las habilidades y qué tanto se desarrolló en secuencia, para alcanzar una meta. Si bien las competencias buscan lograr una meta, ésta no es indudablemente siempre lo primordial ya que también hay otros puntos que son de real importancia y que en ocasiones opacan estas metas.
Marelli (2000) dice que la competencia es una capacidad laboral, medible, necesaria para realizar un trabajo eficazmente, es decir, para producir los resultados deseados por la organización. Está conformada por conocimientos, habilidades, destrezas y comportamientos que los trabajadores deben demostrar para que la organización alcance sus metas y objetivos. Son capacidades humanas, susceptibles de ser medidas, que se necesitan para satisfacer con eficacia los niveles de rendimiento exigidos en el trabajo. Se sabe que el concepto de competencia se originó del ámbito industrial, pero en estos tiempos es posible separar cada tipo de competencia, es por esto que su significado es tan multifacético, siendo un tanto antiguo sólo pensar que al hablar de competencias estas deban estar ligadas al trabajo empresarial o industrial.
Bigelow (1996) entiende que el aprendizaje a través del desarrollo de habilidades obliga a los estudiantes a que adopten un estilo de aprendizaje activo que favorezca su capacidad para: autoevaluarse, afrontar riesgos, autodescubrirse y un comportamiento competente para tratar con situaciones difíciles, por ejemplo, situaciones que requieran de descubrir soluciones, saber escuchar, manejar conflictos, dar retroalimentación y saber delegar. De esta manera es posible decir que una competencia en la educación es un conjunto de comportamientos sociales, afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un papel, un desempeño, una actividad o una tarea. Se describe como un resultado de lo que el alumno está capacitado a desempeñar o producir al finalizar una etapa.
En la educación basada en competencias quien aprende lo hace al identificarse con lo que produce, al reconocer el proceso que realiza para construir y las metodologías que dirigen este proceso. Al finalizar cada etapa del proceso se observan y evalúan las competencias que el sujeto ha construido.
Así, este nuevo enfoque propone que es necesario facilitar el desarrollo de las habilidades, la madurez de los hábitos mentales y de conducta que se relacionen con los valores universales. Asegurándose de que el fin y centro del aprendizaje sea el alumno, reforzando el desarrollo del pensamiento crítico del estudiante, con objeto de que éste cuente con herramientas que le permitan discernir, deliberar y elegir libremente, de tal forma que en un futuro próximo pueda comprometerse en la construcción de sus propias competencias.
El concepto de competencia tal como se entiende en la educación resulta de las nuevas teorías cognoscitivas, básicamente significa "saberes de ejecución". Puesto que todo conocer implica un saber, entonces, es posible decir que son recíprocos competencias y saber: saber pensar, saber interpretar, saber desempeñarse y saber actuar en diferentes escenarios.
La educación basada en competencias (Holland 1966-97) se centra en las necesidades, estilos de aprendizaje y potencialidades individuales para que el alumno llegue a utilizar con pericia las habilidades señaladas por el mundo laboral. Las competencias son un conjunto de conocimientos, habilidades y valores que convergen y permiten llevar a cabo un desempeño de manera eficaz, es decir, que el alumno logre los objetivos de manera eficiente y que obtenga el efecto deseado en el tiempo estipulado y utilizando los mejores métodos y recursos para su realización.

La educación basada en competencias se refiere a una experiencia eminentemente práctica, que necesariamente se enlaza a los conocimientos para lograr un fin: el desempeño. En otras palabras, la teoría y la experiencia práctica se vinculan utilizando la teoría para aplicar el conocimiento a la construcción o desempeño de algo.
Competencias según Thierry
En el ensayo La Formación Profesional Basada en Competencias de David René Thierry, filósofo, economista y pedagogo, se da a conocer que la educación basada en competencias surgió en ambos lados de la frontera entre los Estados Unidos y Canadá, durante la década de los setenta, como respuesta a la crisis económica cuyos efectos en la educación afectaron sensiblemente a todos los países; y que para resolver este conflicto, se buscó identificar las capacidades que se necesitaban desarrollar para ser un buen profesor de educación básica. En esa década, el mundo enfrentó un incremento considerable en la demanda de educación media superior, ocasionado por la dinámica de la población. Uno de los rasgos de la crisis era que los adolescentes terminaban la educación obligatoria, es decir, la secundaria o el bachillerato, según el país, sin contar con una competencia para el trabajo, toda vez que ni siquiera habían logrado desarrollar la habilidad esencial de aprender a aprender, sin dejar de reconocer que no todos tenían acceso a la educación superior; y que durante los años ochenta, en forma paralela al desarrollo de las competencias para enseñar, se diseñó una manera innovadora de preparar a los jóvenes para el trabajo que garantizaba la calidad de la formación. Además los países industrializados invirtieron grandes sumas de dinero en este proyecto con la participación decidida del gobierno y de la industria (en el caso de Australia, de los sindicatos), en parte para responder a la necesidad de reconvertir su economía, del sector industrial al de servicios, lo que dio como resultado el modelo de capacitación basada en competencias. Los pioneros fueron Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, Nueva Zelanda y Japón; y que en el caso de México, en la primera mitad de la década de los años noventa, en el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP) se establecieron los primeros contactos con los modelos y las metodologías de la educación y capacitación basadas en competencias de Canadá, Estados Unidos, Francia e Inglaterra y, posteriormente, de Australia. También, Thierry señala que tanto la psicología como la pedagogía juegan un papel fundamental en el diseño, la implementación, el desarrollo y la consolidación de la educación y capacitación basadas en competencias; citando a Gerardo Hernández Rojas, para destacar que en la psicología de la educación coexisten diversos paradigmas: conductista, humanista, cognitivo, psicogenético y sociocultural, además del constructivismo como paradigma emergente, lo que resulta ser una ventaja en el análisis del proceso de formación profesional; y nos remite, por un lado, a estudiar a fondo cada una de las propuestas y sus aplicaciones e implicaciones educativas, sistema formal y sistema por competencias, y por el otro, a valorar en su justa dimensión sus alcances y limitaciones en el contexto de la formación por competencias. En su ensayo pone como ejemplo, el concepto de aprendizaje significativo, donde la noción de competencia tiene múltiples acepciones (la capacidad, expresada mediante los conocimientos, las habilidades y las actitudes que se requieren para ejecutar una tarea de manera inteligente, en un entorno real o en otro contexto), pero que todas presentan cuatro características en común: la competencia toma en cuenta el contexto, es el resultado de un proceso de integración, está asociada a criterios de ejecución o desempeño e implica responsabilidad; y que por su naturaleza y por la forma en que se adquieren o desarrollan, las competencias se clasifican en académicas, laborales y profesionales. En lo relacionado a las competencias académicas, dice que son las que promueven el desarrollo de las capacidades humanas de: resolver problemas, valorar riesgos, tomar decisiones, trabajar en equipo, asumir el liderazgo, relacionarse con los demás, comunicarse (escuchar, hablar, leer y escribir), utilizar una computadora, entender otras culturas y, principalmente, aprender a aprender. Todo ello, sustentado en los cuatro pilares de la educación enunciados en el Informe Delors de la UNESCO: aprender a conocer, aprender hacer, aprender a convivir y aprender a ser; a los que el autor de La Formación Profesional Basada en Competencias considera muy importante incorporar aprender a emprender para lograr, de acuerdo con cada tipo de educación, aprender a indagar, aprender a aprender, aprender a estudiar y aprender a investigar. Esto debiese ser la pauta inicial de toda competencia ya que todos los profesores deberían guiarse por los cuatro pilares de la educación, pero lamentablemente sólo sirve para vanagloriarse de que lo están cumpliendo al pie de la letra, cuando en realidad sólo ponen en práctica lo que sus superiores le permiten o ellos creen más simple de realizar.
Competencias
Al definir Competencia es importante destacar que en cada definición existen supuestos previos diferentes con los que cada autor opera, y como expresara Le Boterf, “el concepto de competencia actual posee un atractivo singular, la dificultad de definirlo crece con la necesidad de utilizarlo”, de manera que más que un concepto operativo es un concepto en vía de fabricación.
La competencia es un concepto difícil de definir que se puede explicar e interpretar de diversas maneras. Como ha afirmado Stevenson (1995), las "construcciones" de la competencia varían en diferentes contextos. El significado que se le ha dado a la competencia en la vida diaria y en los ambientes académicos son bastantes diferentes. Lo del tiempo en cada uno de esos contextos y también puede variar de acuerdo con los diferentes juicios de valor dentro de ellos. Es decir, las competencias y la educación basada en ellas es lo normativo. La competencia, como la inteligencia, es un constructor que se puede deducir del desempeño. Es posible aclarar la naturaleza de la competencia haciendo referencia tanto a argumentos filosóficos como psicológicos. La competencia de los individuos se deriva de su dominio de un conjunto de atributos (como conocimiento, valores, habilidades y actitudes) que se utilizan en combinaciones diferentes para desempeñar tareas ocupacionales. Por lo tanto, la definición de una persona competente es aquella que posee los atributos (conocimiento, habilidades, actitudes y valores) necesario para el desempeño de un trabajo según la norma apropiada. Por lo tanto, la naturaleza del concepto es correlativa -vincula diferentes cosas, atributos y tareas dentro de una estructura conceptual. Al hacer esto, va más allá de las conceptualizaciones más tradicionales que se concentran únicamente en las tareas que se necesitan desempeñar, o bien en los atributos genéricos o las capacidades que, se dicen, sostienen la competencia sin tomar en cuenta la forma en que estas necesidades se aplican a diferentes contextos. Además de su carácter correlativo, otros dos elementos adicionales integran el concepto. La necesidad del holismo y la necesidad de tomar en cuenta el contexto y la cultura. Las normas de competencia y la educación basada en ellas necesitan ser holísticas en el sentido de que reúnen una multitud de factores para explicar el desempeño laboral exitoso, concentran las tareas que están en un nivel de generalidad apropiado y de que las tareas no son independientes entre sí. Otro elemento es el que se relaciona con el lugar de la cultura y del contexto. A medida que los profesionales aumentan en comprensión de la cultura de sus ocupaciones (y de sus lugares de trabajo), son capaces de armonizar esto con su conocimiento técnico, sus habilidades y actitudes, y de formular juicios individuales mejor informados sobre cómo deben actuar en las situaciones en las que se encuentran involucrados. Las competencias son un concepto en evolución que toma en cuenta la crítica y el perfeccionamiento de las formas de actuar. Claro está que los juicios individuales serán guiados, en un nivel general, por el conjunto de normas de competencia. Estas normas representan los mejores esfuerzos de un grupo característico de responsables que determinan los atributos esenciales para desempeñar las principales tareas en la ocupación. Esta combinación de elementos produce el enfoque completo de las competencias. Dicho enfoque supera todas las objeciones al movimiento de competencias, identificadas en diferentes artículos. Nos permite, incorporar éticas y valores como elementos del desempeño, de competencias, la necesidad de prácticas reflexivas, la importancia del contexto/cultura y el hecho de que puede haber más de una forma para practicar de manera competente.
La investigación reciente en el área de la psicología cognoscitiva (por ejemplo, a Brown et al (1989), Lave (1988), Prawat (1993)) así como el trabajo de Sternberg (1985) acerca de la inteligencia práctica y el de Scribner (1984) relacionado con el desarrollo de la experiencia a través del aprendizaje en el lugar de trabajo, apoya algunas de las ideas sobre la educación basada en competencias. Esencialmente, este trabajo sugiere que la mayoría del aprendizaje se sitúa y ocurre dentro de un contexto/cultura específicos. Esto explica que se requiere armonizar el conocimiento fundamental del tema, con las demandas de la práctica, algo que incorpore el conocimiento de proposiciones junto con la meta control (Sternberg, 1985). Esto da crédito al énfasis del aprendizaje en el lugar de trabajo dentro de la educación basada en competencias.
La literatura sobre la experiencia actual también proporciona una conceptualización interesante sobre lo que significa la competencia en términos de estructuras cognoscitivas, donde se asume que la competencia es la etapa final de la adquisición de una habilidad.
Cejas refiere que el concepto de competencia aparece en los años 70, especialmente a partir de los trabajos de McClelland en la Universidad de Harvard, se puede encontrar que la competencia es definida como capacidad productiva, aptitud de un individuo, capacidad real u objetiva del individuo, capacidades adquiridas, habilidad, habilidad multifacética, operacionalización, operaciones mentales, cognitivas, socio-afectivas y psicomotoras, conjunto de comportamientos socio-afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras, conjunto de conocimientos teóricos, habilidades, destrezas y actitudes, un sistema de atributos en estrecha vinculación, un sistema de conocimientos, conceptuales y de procedimientos organizados en esquemas operacionales, una compleja integración de atributos, por mencionar algunos.
Parte de la construcción de competencias se basa en la interdisciplinariedad, la posibilidad de integrar conocimientos de otras disciplinas a la propia y en el desarrollo de habilidades del pensamiento, como, por ejemplo: dividir el problema entre sus partes principales, relacionar, considerar los juicios, clasificar, identificar las característica principales y emplear estas habilidades de manera interdisciplinaria. Los alumnos llevan consigo a los diferentes campos del trabajo distintas habilidades que son parte de la educación compleja que recibieron, pero no son conscientes de esto, es por ello importante darles a conocer desde la escuela las relaciones entre sus conocimientos, habilidades y valores, lo que facilita el montaje de las competencias.
La construcción de competencias implica el desarrollo del pensamiento crítico, que a su vez involucra varias habilidades trascendentales. El pensamiento crítico es el pensamiento eficiente, la actividad intelectual que permite conseguir los fines de la manera más eficaz. Las habilidades básicas del pensamiento crítico son las de razonamiento, solución de problemas y toma de decisiones. Las competencias al converger con las habilidades determinan qué tan efectivamente se desempeñan las habilidades y qué tanto se desarrollaron en secuencia para alcanzar una meta. El enfoque de las competencias plantea que los valores son el contexto en que se basan las habilidades y la aplicación de los conocimientos. Al proponer que los estudiantes construyan competencias, en ningún momento significa que deban abandonar sus valores, por el contrario, es muy importante que desarrollen su pensamiento crítico como un puntal para el crecimiento en valores.
En general se considera que el término competencias ingresa al campo educativo desde dos vertientes diferentes: las teorías de la comunicación a partir de los estudios de lingüística y uso de la lengua realizados en 1965 por Noam Chomsky; quién propone "una lingüística del habla, distinguiendo en ella la competencia, que es la capacidad que desde muy pequeños tienen los humanos de entender frases nuevas y de producir mensajes nuevos, inéditos; y la actuación, la realización de esa capacidad, entendiendo y produciendo mensajes nuevos con una vieja lengua". Por otro lado, este concepto es utilizado en el mundo empresarial a partir de las propuestas de reingeniería ligando "las destrezas del saber-hacer con la capacidad empresarial de competir, esto es, de ganarle a los otros competidores en la capacidad de producir rentabilidad" (Barbero, 2004).
Según el Manual de Educación en Salud basada en Competencias, OPS-OMS, 2001 competencia es la combinación integrada de conocimientos, habilidades y actitudes conducentes a un desempeño adecuado y oportuno en diversos contextos.
El concepto de competencias se refiere, en esencia, a la aplicación de conocimientos prácticos a través de habilidades físicas e intelectuales, con respecto a criterios o estándares de desempeño esperados (normas o calificaciones). El enfoque de competencias, en realidad representa un gran sistema en el que intervienen diversos y complejos procesos, entre los que destacan: normalización, formación, evaluación, acreditación, certificación y socialización.
Competencia profesional
El concepto “competencia profesional” surge en los años 80 como un aporte al debate que se vivía en los países industrializados el que consideraba la necesidad de mejorar la relación de la educación con el sector productivo, relación que se caracterizo por la intención de impulsar una adecuada formación del sector productivo. La formación profesional por competencias se presenta en la convergencia de dos conceptos: la formación profesional por una parte que habla de la elaboración de programas de formación que tienden a la competencia como elemento central, mientras que por otra se habla de un proceso instruccional que sirve para mejorar la enseñanza y el aprendizaje y que tiene como elemento central la habilidad de aprender a aprender. En el primer caso se puede hablar del enfoque por competencias como un modelo curricular, mientras que en el segundo caso se le puede identificar como un modelo instruccional centrado en el aprendizaje. Ante esta clasificación se hace necesario aclarar que los dos modelos abordan tanto lo curricular como lo instruccional y su identificación en uno u otro modelo corresponde al énfasis que le otorgan a uno u otro aspecto; en el modelo curricular, a pesar de la centralización en la elaboración de programas, se observan preocupaciones específicas sobre el aprendizaje (v. gr. Malpica 2000) y en el modelo instruccional centrado en el aprendizaje, más allá de los principios, ideas rectoras o estrategias que se esbozan, se hace referencia a lo curricular (v. gr. Ruiz 2005).

Enfoque por competencias como modelo curricular.
Las características que definirían a un programa de formación elaborado en base a competencia serían los siguientes (INSAFORP 2001):
• Los contenidos del curso se basan en tareas que se pueden medir.
• Los objetivos de rendimiento de los participantes son especificados antes de la instrucción.
• El logro del participante se basa en demostrar la competencia.
• La instrucción es individualizada.
• El participante y el instructor son corresponsables del logro de las competencias.
• El aprendizaje es guiado por la retroalimentación.
• El tiempo de aprendizaje es flexible.
• Se recomienda un programa de entrada/salida abierta.
• La evaluación se realiza mediante una medición referida a criterio.
• El instructor es un administrador y facilitador de la instrucción.
Por su parte, Tejada (2005) le asigna dos características centrales a los programas de estudio basados en un enfoque por competencias: flexibilidad y polivalencia.
Para que un plan formativo sea flexible y polivalente es preciso, pensar en diseños modulares, especificados en créditos y unidades didácticas. Ahora bien, estos módulos tienen que llenarse de contenido, en busca del logro de las competencias profesionales. No cabe duda que para que esto sea factible, los módulos serán unidades mínimas, pero con sentido, estructuradas en función del perfil profesional que se desee lograr.
Esta nueva forma de concebir la formación profesional “afecta igualmente a la configuración de la oferta educativo-formativa en sí misma, a su estructuración y planteamiento operativo” (CIDEC 2004: 27).

Enfoque por competencias como modelo institucional
Se Basa en el aprendizaje, los aspectos estratégicos que definirían la esencia de una actuación pedagógica orientada al desarrollo o formación de competencias serían los siguientes (Ruiz 2005):
• Componentes instruccionales (ejecución competente, el conocimiento del estado inicial del alumno, el aprendizaje y los procesos de transformación de un estado a otro y la evaluación y la orientación).
• Aspectos inherentes a la génesis de formación de una competencia (amplia actividad mental, atender a lo óptimo, lograr la motivación y la ejercitación gradual y progresiva en busca de niveles de automatización
• Las ideas rectoras de un planteamiento constructivista (el alumno es el responsable último de su propio proceso de aprendizaje, la actividad mental constructiva del alumno se aplica a contenidos que poseen ya un grado considerable de elaboración y la función del docente es engarzar los procesos de construcción del alumno con el saber colectivo, culturalmente organizado).
• Los principios metodológicos para la formación de competencias (significado por sobre estructuras, habilidades más allá del aula, realización de tareas en una visión integral y contextual, aula centrada en el alumno y el desarrollo de trabajo cooperativo).
• Los objetivos intelectivos a lograr (favorecer el acceso a la información y su comprensión, favorecer el enriquecimiento asociativo, favorecer la integración y globalización de los contenidos, favorecer la aplicación a nivel de elaboración transformativa y aplicar un nivel elaborativo constructivo).
• Las estrategias mediadoras de la planificación e intervención (externas e internas).

Bajo estos dos modelos, la formación profesional por competencias puede ser definida, por una parte, como el desarrollo de programas ocupacionales, en los cuales se requieren conductas y estándares de rendimiento que son especificados antes de iniciar la instrucción, mientras que por otra, puede ser definida como un proceso instruccional, donde la intervención didáctica está centrada en el aprendizaje, basada en el rendimiento y referida a un criterio.
Bajo estos dos modelos, la formación profesional por competencias puede ser definida, por una parte, como el desarrollo de programas ocupacionales, en los cuales se requieren conductas y estándares de rendimiento que son especificados antes de iniciar la instrucción, mientras que por otra, puede ser definida como un proceso instruccional, donde la intervención didáctica está centrada en el aprendizaje, basada en el rendimiento y referida a un criterio.
ESTUDIOS PEDAGÓGICOS XXXIII, Nº 2: 131-153, 2007
“LA FORMACION DE DOCENTES BAJO UNA CONCEPTUALIZACION COMPRENSIVA”

Otra forma de definir las competencias para la formación de los docentes es guiarse por el modelo de competencias profesionales integrales (Huerta, Pérez y Castellanos, 2000), que establece tres niveles: competencias básicas, genéricas y específicas, y su rango de generalidad va de lo amplio a lo particular. Las competencias básicas son las capacidades intelectuales indispensables para el aprendizaje de una profesión, se adquieren en los niveles educativos previos, por ejemplo el uso adecuado de los lenguajes oral, escrito y matemático. Las competencias genéricas son la base común de la profesión y pueden o no referirse a situaciones concretas de la práctica profesional, siempre y cuando éstas requieran respuestas complejas. Las competencias específicas son la base particular de la práctica profesional y están vinculadas a condiciones específicas de desempeño. En el caso de los docentes se puede afirmar que las competencias básicas ya han sido formadas en los niveles educativos previos, las competencias genéricas deben responder, en su esencia, a un modelo de formación, y que las competencias específicas se pueden derivar de estrategias de construcción de competencias. Las competencias genéricas responden a una conceptualización comprehensiva de la formación. En este sentido, es posible identificar en esta conceptualización tres procesos: objetivo (relación del sujeto con su entorno), intersubjetivo (relación del sujeto con otros sujetos) e intrasubjetivo (relación del sujeto consigo mismo). El proceso objetivo se ubica en el momento de la apropiación, el proceso intersubjetivo en el de la intersubjetividad y el proceso intrasubjetivo en el momento del retorno sobre sí mismo. La primera competencia puede ser establecida como condición necesaria para el momento de la intersubjetividad, mientras que la segunda, en esencia, conduciría a ese momento. Las dos primeras competencias se plantean como condiciones ineludibles para este momento, mientras que la tercera permitiría cerrar el ciclo de formación a través de la reconstrucción.
Las competencias se pueden desglosar en unidades de competencia, definidas dentro de la integración de saberes teóricos y prácticos que describen acciones específicas a alcanzar, las cuales deben ser identificables en su ejecución. Las unidades de competencia tienen un significado global y se les puede percibir en los resultados o productos esperados, lo que hace que su estructuración sea similar a lo que comúnmente se conoce como objetivos; sin embargo, no hacen referencia solamente a las acciones y a las condiciones de ejecución, sino que su diseño también incluye criterios y evidencias de conocimiento y de desempeño (iberfop-oei, 1998). La agrupación de diferentes unidades de competencia en grupos con clara configuración curricular da cuerpo a las mismas competencias profesionales. Una vez establecidos los niveles de competencia, las unidades de aprendizaje (asignaturas) se articulan en relación con la problemática identificada a través de las competencias genéricas o específicas. La educación profesional por competencias integrales implica replantear la relación entre la teoría y la práctica. Sin embargo, es necesario separar los saberes implicados en saberes prácticos, saberes teóricos y saberes valorativos. Los saberes prácticos incluyen atributos (de la competencia) tales como los saberes técnicos, que consisten en conocimientos disciplinares aplicados al desarrollo de una habilidad, y los saberes metodológicos, entendidos como la capacidad o aptitud para llevar a cabo procedimientos y operaciones en prácticas diversas. Por su parte, los saberes teóricos definen los conocimientos teóricos que se adquieren en torno a una o varias disciplinas. Finalmente, los saberes valorativos, incluyen el querer hacer, es decir, las actitudes que se relacionan con la predisposición y motivación para el autoaprendizaje, y el saber convivir, esto es, los valores asociados a la capacidad para establecer y desarrollar relaciones sociales.
Competencias Asociadas a la Profesión Docente:
1.- Comunicación. Incluye:
• Habilidades verbales: hablar y escuchar, formular preguntas adecuadas, discusión grupal, interacción, decir, mostrar, reportar, expresar verbalmente y por escrito de manera correcta en el propio idioma;
• Habilidades de lectura: leer críticamente, seleccionar la información, evaluar la información, tomar una posición frente a la información; no dejarse guiar irreflexivamente por los contenidos.
• Habilidades de expresión escrita:, escribir, pensar con lógica para expresar ordenadamente las ideas por escrito, elaborar reportes, artículos, síntesis, ensayos, así como las
• Habilidades en el ámbito de las TICs: procesar información, uso de Internet, multimedia, relacionada con la disciplina que se estudia y la práctica profesional.

2.- Pensamiento crítico. Comprende aspectos como:
• La evaluación, es decir, la toma de decisiones sobre la base de información relevante. El establecimiento de lo que se va a evaluar y el modelo en el cual apoyarse para juzgar el valor,
• La realización de juicios de valor, la clarificación de razonamientos, la integración de datos pertinentes de diferentes fuentes, la discusión, comparación, contraste y el diálogo.
• La capacidad de análisis, es decir la división de un problema en sus partes principales, la capacidad de relacionar, criticar, apoyar y considerar juicios de calidad, demostrar causalidades y efectos, identificar características principales, argumentar, demostrar, suministrar evidencias, clarificar fundamentos lógicos, apelar a los principios o las leyes.
• La capacidad de resolución de problemas, así como a la capacidad para tomar decisiones, jerarquizar, asentar prioridades y asumir responsablemente las consecuencias.

3.- Relación. Comprende actitudes relacionadas con:
• El humanismo y los valores, la ética profesional, la cultura y el género.
• La capacidad para efectuar relaciones interpersonales, trabajo de equipo y capacidad de trabajar de manera interdisciplinar y transdisciplinar, respeto a otras culturas, servicio y cooperación.
• El autoconcepto y autoimagen profesional, que son fundamentales para el ejercicio idóneo del profesor.

4.- Función. Relacionada con la capacidad para:
• Administrar, organizar y coordinar, planificar, delegar y supervisar
• El trato con el personal y uso de recursos
• La responsabilidad y estimación del desempeño.

5.- Liderazgo. Comprende:
• La capacidad para colaborar, ser creativo, planear, anticipar, dirigir, respaldar sus decisiones sobre la base de evidencias
• Ajustar el decurso de las acciones en función de la información recibida, potenciar el trabajo de los componentes del equipo bajo su dirección, canalizar y respetar ritmos y visiones de mundo contrapuestas, administrar correctamente el tiempo, establecer una adecuada identificación respecto del énfasis en las relaciones humanas o hacia la tarea en función de los requerimientos específicos o situacionales
• Flexibilidad y tolerancia para actuar con firmeza cuando existen desviaciones que arriesgan el resultado o el éxito de la tarea encomendada.

6.- Competencia Empática: Esta competencia implica:
• Ponerse en el lugar de los otros a fin de comprender las formas de sentir y conocer a los niños, jóvenes y adultos que conforman los diferentes grupos escolares.
• La empatía da la posibilidad de interactuar con tolerancia y respeto por los otros, así como de comprender la influencia de las características culturales y psicológicas de los grupos en situación de aprendizaje.

7.- Competencia Cognitiva: Esta competencia supone:
• Comprender el mundo en el que vive y disponerse a una permanente búsqueda de nuevos saberes a partir de aceptar que los saberes que circulan en las escuelas no son saberes naturales sino productos de una construcción social y cultural.
• La escuela es uno de los espacios sociales donde circula el saber público con lo que el docente debe asumir su adecuada difusión.

8.- Competencia Didáctico-Disciplinar: Esta competencia implica:
• Concebir la enseñanza adecuándola al contexto en el que se desarrolla, articulando los saberes disciplinares con las teorías de la enseñanza, y entendiendo que lo que ocurre en las escuelas no es natural sino una construcción social y cultural.
• Los docentes deben poder conocer, seleccionar, evaluar, recrear estrategias de intervención didáctica según los diferentes contenidos disciplinares, incluyendo recursos diversos y, si fuera posible, las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones.
• El proceso de diseño y gestión de estas estrategias y la práctica evaluativa continua, brindarán la oportunidad de desarrollar progresivamente una práctica profesional autónoma.

9.- Competencia Institucional: Esta competencia implica:
• Concebir las practicas profesionales en contextos institucionales que suponen un trabajo en equipo para compartir un proyecto educativo, articulado con las representaciones sociales y las necesidades de la comunidad en la que esta inserta la escuela.
• El desarrollo creativo de las prácticas y su progresivo aporte a la autonomía institucional lo que favorece las renovación de los proyectos educativos y establece una tensión productiva entre la tradición y la innovación.

10.- Competencia Creativa: Esta competencia supone:
• La capacidad de diseñar estrategias de acción novedosas según criterios personales y/o compartidos con el equipo de trabajo.
• Lo que implica la utilización de los recursos disponibles y la incorporación de otros nuevos a las prácticas profesionales cotidianas.

11.- Competencia de Ciudadanía: Esta competencia implica:
• Participar en la vida democrática reconociendo sus principios básicos.
• Construir normas de convivencia escolar y extra-escolar junto con otros colegas, padres y alumnos, para enfrentar no solo los procesos de conflicto que se puedan presentar en la escuela sino en otros que generen la organización de tareas productivas, en climas de trabajo que permitan la opinión convergente y divergente y preserven el respeto por los otros.
• Lo anterior favorece la interacción con las diferentes pautas culturales que portan las personas y las instituciones para ampliar el horizonte cultural, contribuyendo así al bienestar de todos, mediante el respeto por la pluralidad de pensamiento, las diferencias sociales, culturales, étnicas, religiosas.


Discusión conceptual sobre el término formación

La formación ha sido, y es, objeto de diversas conceptualizaciones y referencias teóricas; esta situación se refleja en la multiplicidad de significados que presenta, por lo que la formación puede ser entendida como conjunto de actividades; como derecho de todo sujeto; dinámica de desarrollo personal; ponerse en forma; adquisición de conocimientos profesionales; proceso unificador de la evolución humana; proceso activo que requiere la mediación de otros; proceso de transformación; proceso social de desarrollo personal; un proceso eminentemente personal, etc. (Soto 1999).
Esta perspectiva no es nada satisfactoria pues conduce a concluir que el concepto de formación no es univoco lo que origina una discusión conceptual que organice y le otorgue coherencia al campo.
Una primera revisión de la literatura permite reconocer que el término formación es abordado en cinco campos de estudio: la filosofía, la psicología laboral, el psicoanálisis, la pedagogía y la normatividad. Nos enfocaremos en la pedagogía:
El término formación aparece recurrentemente en obras de carácter pedagógico, sin embargo, su sola mención no implica que se tenga claridad sobre su significado; esta situación puede observarse en múltiples obras donde el concepto formación es reducido a ciertos contextos y/o prácticas institucionales o a ciertos dispositivos de formación (v. gr. Davini 1997, Imbernón 1997, Alanis 2000 y Aguerrondo y Pogré 2001).
Una de las excepciones a esta regla es el trabajo desarrollado por Gilles Ferry, quien, principalmente, a través de dos de sus obras ha constituido a la formación en su objeto de estudio.
Las obras El trayecto de la formación, Los enseñantes entre la teoría y la práctica y Pedagogía de la formación muestran las preocupaciones de Gilles Ferry por dilucidar el concepto de formación y la relación teoría-práctica que suele acompañarle. El concepto de formación que propone el autor es:
Formar es algo que tiene que ver con la forma, por lo tanto formarse tiene que ver con adquirir una forma, la cual, a su vez, posibilita actuar y reflexionar para perfeccionar esa forma. Esa forma, si está enfocada al campo profesional, consistiría en una forma que tendría, como intencionalidad central, cumplir con las tareas requeridas para ejercer esa profesión. Adquirir esa forma implica la adquisición de conocimientos, habilidades, ciertas representaciones del trabajo a desarrollar o de la profesión que se va a ejercer, la concepción del propio rol profesional, etc.
¿Cómo es que se adquiere esa forma?
El individuo es quien se forma, o transita de forma a forma; sin embargo, se hace necesario reconocer que el sujeto se forma a sí mismo, pero se forma sólo por mediación. Las mediaciones son variadas y diversas. Los formadores son mediadores humanos, lo son también las lecturas, las circunstancias, los accidentes de la vida, la relación con los otros… Todas estas son mediaciones que posibilitan la formación, que orientan el desarrollo, la dinámica del desarrollo en un sentido positivo (Ferry 1997: 55).
La formación, así entendida, conduciría a establecer que el papel del formador es ayudar, a través de intervenciones, a que el sujeto en formación se desarrolle trabajando sobre sí mismo. Para el logro de tal cometido se requieren situaciones que cubran tres condiciones: tiempo, lugar y relación con la realidad.
Trabajar sobre sí mismo sólo se puede hacer en los lugares y tiempos establecidos para tal propósito y la relación con la realidad se logra al establecer una distancia con respecto a ella y representársela para trabajar sobre ella, ya que cualquier acción formativa tiene como materia prima la representación de esa realidad y no la realidad misma.
Hacia una conceptualización comprehensiva

Como resultado del estudio y análisis de las ideas de formación de Gilles Ferry se pueden establecer las siguientes ideas fuerza para un concepto de formación más comprehensivo:
• La formación es un proceso dialéctico eminentemente personal.
• La trascendencia de la subjetividad se realiza al ponerse el sujeto en formación en relación con los otros y posteriormente al realizar el retorno sobre sí mismo.
• La relación con los otros implica esencialmente apropiación y el retorno sobre sí mismo implica necesariamente reconstrucción.
• El contenido sobre el que trabaja el sujeto en formación son los órdenes socio-institucionales y la cultura, sea de una sociedad en su conjunto, o de una organización laboral en lo específico.

Competencias del profesor de matemática

Las competencias de un profesor de matemática deberían ser alcanzables y alcanzadas mediante los futuros cursos de postgrado que deben incluir la práctica de éstos para así resaltar su capacidad como docente culto y preparado más allá de lo básico. Posiblemente algunas de esas competencias no resulten alcanzables en la fase formativa previa al servicio como docentes, sino a lo largo de los años de practica, una vez en servicio, y de la formación permanente. Por ello, la formación inicial y la formación permanente del profesorado resultan complementarias y deben guardar una estrecha relación una con la otra para lograr una actualización permanente de los docentes de matemáticas, esencial para la calidad de la enseñanza.
La definición del perfil competencial del profesor de matemáticas de secundaria no es una tarea fácil, ya que han sido varias las aportaciones que se han realizado en los últimos años. En el Seminario realizado en la Universidad de Granada del 22 al 24 de enero del 2004, bajo el título de Itinerario Educativo de la Licenciatura de Matemáticas, se han clasificado las competencias en las siguientes categorías: Conocimientos Matemáticos; Sobre la Enseñanza y el Aprendizaje; Reflexión sobre la propia práctica y, por último, Gestión del Aula. Además de estas algunos autores han incluido una última categoría de competencias, denominada “Competencias relacionadas con el Arte de Enseñar”, donde se recogen algunas otras competencias difíciles de alcanzar exclusivamente mediante un proceso formativo e, incluso, con el periodo de practicas que este proceso determine, que necesariamente será demasiado breve para garantizar que estas competencias han sido adquiridas.
• Competencia matemática:
La mayoría de los conocimientos matemáticos necesarios para ser competente en este aspecto, como profesor de matemáticas de secundaria, se adquieren durante la formación de grado. Pero en la práctica estos conocimientos no son del todo utilizados, ya que estos son más de los que se necesitan para ejercer como docente, sin embargo hay otros aspectos en que no se ha preparado al futuro profesor.
La formación matemática que se les entrega a los futuros pedagogos no garantiza que éstos sean capaces de contextualizar los contenido que deben impartir y que muchas veces están relacionados con fenómenos físicos, del entorno natural o social y económico, o vinculados con la tecnología. El profesor de matemáticas de Secundaria y probablemente todos los matemáticos, deberían conocer la histórica de las matemáticas que enseñan y su vinculación con la historia de otras ciencias y con la historia en general.
• Competencias sobre la Enseñanza y el Aprendizaje:
En esta categoría se incluyen las competencias vinculadas con la tarea de enseñar matemáticas.
a. Sobre el currículo y las razones que los justifican. Qué matemáticas se deben enseñar en cada nivel, por qué unos contenidos y destrezas y no otros, qué secuencia seguir, como distribuir el tiempo; en general, qué matemáticas son capaces de aprender los alumnos en cada nivel educativo. Es también importante en este contexto que el profesor sea competente a la hora de valorar críticamente el currículo oficial y concretarlo a los colectivos concretos de alumnos con los que deba implementar ese currículo. El profesor no debería mirar en menos a sus estudiantes, ya que él los debería conocer bien y saber las capacidades que éstos tienen y enseñarles lo verdaderamente importante y no sólo lo que un libro diga que debe enseñar
b. Aspectos didácticos: técnicas, instrumentos, materiales y recursos. La transmisión de los contenidos matemáticos en la etapa secundaria debe apoyarse en recursos didácticos y en usos adecuados de las tecnologías para determinados temas. El profesor debe ser competente para seleccionar qué recursos utilizar, cuando utilizarlos y cómo utilizarlos. Debe de conocer además las técnicas de enseñanza de las matemáticas, y las didácticas adecuadas para la formación matemática más adecuada de los alumnos. El profesor debería estar conciente del nivel de sus alumnos y de la facilidad que estos tienen para distraerse, por lo que los medios que utilice deben ser actualizados e interesantes para los jóvenes.
c. El profesor de Educación Secundaria debe de ser competente para Evaluar el aprendizaje de sus alumnos. La evaluación ha de incluir la competencia para diagnosticar los errores y las disfunciones en el aprendizaje y poder determinar la mejor manera de tratar la diversidad en el aprendizaje matemático de sus alumnos. Debería ser capas de darse cuenta inmediatamente de las falencias de los alumnos para así lograr que aquellos que están atrasados en las materias no sigan quedándose atrás y puedan alcanzar al resto de los estudiantes.
d. La formación del futuro profesor de matemáticas debe incluir también Algunos aspectos teóricos sobre el Aprendizaje. Es muy importante que los profesores tengan claro lo que es el aprendizaje puesto que si no lo tienen claro no pueden practicarlo como debiese ser.
• Competencias vinculadas con la evaluación de su propia práctica.
a. El profesor de matemáticas debe ser competente para Planificar su propio trabajo. Programar la propia acción educativa es una tarea fundamental para el profesor. Esta competencia incluye el trabajo en grupo con otros compañeros, para planificar, programar y coordinar la actividad docente de manera conjunta. Si no pudiese planificar su propio trabajo con que moral les estaría exigiendo a sus alumnos el cumplimiento de sus obligaciones, siendo que para un profesor su buen trabajo es su obligación.
b. El profesor ha de ser competente para Evaluar su propio trabajo, y en consecuencia, tomar las decisiones didácticas más adecuadas en cada circunstancia. Si no es capaz de evaluar su propio trabajo, esto implicaría que tendría falencias en la evaluación de trabajos ajenos, por lo que esto lo catalogaría como un profesor deficiente.
c. Una tarea inherente a una enseñanza de calidad es la tarea innovadora-investigadora. Una formación inicial adecuada debe de incluir entre sus objetivos que el profesor sea competente para, basándose en la reflexión sobre su propia práctica, saber Planificar tareas innovadoras y desarrollar en el ámbito de sus competencias investigaciones para la mejora de la calidad de la enseñanza. Siendo así podría, a demás de mejorar la educación de sus alumnos, mejorar su propia calidad de profesor, haciéndolo más cotizado y rentable a los ojos de sus superiores.
• Competencias para la gestión del aula.
a. El aula de matemáticas en la Educación Secundaria, supone un ámbito complejo en que se dan interacciones múltiples de las que debe surgir el aprendizaje, pero en que también surgen conflictos y situaciones, muchas veces impredecibles, que el profesor debe saber tratar y dirigir de cara la consecución del aprendizaje. Aprovechar el dinamismo de ese complejo de relaciones en beneficio de una enseñanza de calidad es una tarea importante y complicada.
b. El profesor de matemáticas debe por tanto ser competente para analizar la interacción individual con cada alumno lo que incluye poseer conocimientos generales sobre los jóvenes de las edades correspondientes y sus pautas de comportamiento. Él debe tener la capacidad de llegar a cada uno de sus alumnos y sólo a aquellos que participan más de la clase.
c. El aprendizaje se produce normalmente en el ámbito del aula, por ello es importante también que el profesor sea capaz de liderar el grupo y dinamizarlo de manera que las interacciones del grupo contribuyan y faciliten el aprendizaje. Debe para ello ser competente en la interacción grupal. Debe ser capaz de pararse delante del grupo curso e irradiar respeto, para lograr que todos le pongan atención y realicen todas las actividades estipuladas en la clase.
d. La agrupación de los alumnos dentro del aula y, en general, la organización del aula, debe adaptarse a las distintas situaciones de aprendizaje. El profesor debe ser competente para organizar de manera adecuada el aula para estas diferente situaciones educativas: trabajo en pequeños grupos, clase expositiva por parte del profesor, trabajo individualizado, exposiciones individuales o grupales de los alumnos ante la totalidad del grupo, etc. Debe poder organizar una multitud así como a un pequeño grupo, logrando que las actividades se realicen en armonía y en un clima de respeto mutuo, entre él y sus alumnos, como entre los alumnos.
• Competencias relacionadas con el Arte de Enseñar.
No cabe duda que la enseñanza en general, y la de las matemáticas en particular, tienen una componente que podríamos llamar artesanal, es decir, hay un conjunto de competencias propias de el profesor que, en general, sólo se adquieren a lo largo de los años de ejercicio profesional. No obstante, la formación inicial debe abordar estas tareas tratando de facilitar que el profesor sea capaz de perfilarlas a lo largo de su vida profesional. Un buen profesor de matemáticas debe ser capaz de generar emoción en el aprendizaje, trasmitir entusiasmo ser capaz de trasmitir el afán de descubrir. Debe además ser competente como comunicador y ser capaz de trasmitir y dotar de significado lo que enseña y especialmente los contenidos más conceptuales de esta materia.
Cuando el profesor realice su práctica (que es un periodo relativamente breve en el que el futuro profesor presencia algunas clases, desarrolla algunas tareas rutinarias y elabora un documento escrito) esta no debe ser sólo un tramite, puesto que esta es la parte mas importante de su enseñanza, ya que es aquí cuando se dará cuenta de cómo será realmente su trabajo, ya no solo será lo teórico lo que estará presenciando, sino que también la reacción de sus futuros alumnos, lo que fácilmente podría decepcionarlo como también motivarlo aún mas a cumplir su labor. Es por esto que los responsables de esta fase de aprendizaje, y los centros en los que tenga lugar, sean seleccionados de manera adecuada y conozcan la responsabilidad que deben asumir así como las funciones y tareas que deben desarrollar. Debe existir un currículo específico de esta fase formativa, así como los protocolos adecuados que determinen cómo llevarla a cabo, para que así el futuro profesor tenga la certeza de lo que hará, así como las condiciones laborales y las compensaciones, económicas y no económicas, para que así desarrolle y desempeñe todo tipo de tareas formativas en esta fase de su preparación.
Aunque los profesores están concientes de las competencias que deben interiorizar, esto no quiere decir que estén pendientes de su realización, ya que en este momento lo que más les preocupa e inquieta es la búsqueda de formas para motivar a los alumnos, ya que si bien en esta época donde la tecnológica es lo primordial y hay más medios que favorecen a los profesores para hacer sus clases más didácticas y con una mayor conciencia de lo que se está realizando, son estos mismos los que les juegan una mala pasada, puesto que es tal su auge que hace que los jóvenes se distraigan con rapidez y piensen en otras cosas que no están relacionadas con su educación.

Conclusión
Si bien el concepto de competencia es tan multifacético que no permite un solo concepto que lo contenga, lo único que se tiene claro y que todos los autores concuerdan de una u otra manera es que éste nace a partir de las nuevas tecnologías, haciendo imprescindible la realización de estas competencias para lograr lo que la sociedad espera de cada persona, como de los distintos grupos de trabajadores, que no es nada más ni nada menos que la productividad y ganancia.
Es claro que las competencias al igual que las actitudes, no son potencialidades a desarrollar, porque no son dadas por herencia ni se originan de manera congénita, sino que forman parte de la construcción pertinente y persistente de la persona. La construcción de éstas se relacionan con una comunidad específica, es decir, desde un entorno social, respondiendo a sus necesidades y de acuerdo con las metas, requerimientos y expectativas cambiantes de una sociedad abierta.

Las competencias en la educación buscan garantizar la excelencia educativa y satisfacer las necesidades de la práctica laboral. Iniciándose con los conocimientos, las habilidades y los valores. Aunque estos están constituidos en la misión y el sello específico de cada institución. Lo que impide que los jóvenes sientan que deben realizar sus propias competencias, porque se les está inculcando que deben cumplir con lo que la institución les diga y no que pueden alcanzar sus propias metes porque quizás no son tan egoístas como las de la sociedad actual.

Para que las metas educativas se lleven a cabo se debe trazar un plan para cambiar o rectificar la situación existente, lo que se debería realizar comprendiendo las siguientes fases: la intención de actuar (la cual debe ser ordenada por alguien para que se piense al menos, ya que nuestra sociedad se preocupa tan poco de lo que pasa, que si no se les ordena ni si quiera piensan), una estrecha relación con la ética (esto es algo que muchos dicen tener pero que en la práctica ni si quiera es nombrado), un proyecto situado en el siglo XXI (lamentablemente hay personas interesadas pero por falta de apoyo y recursos no dicen nada), una intención de esfuerzos en conjunto (esto es lo más difícil de conseguir ya que todos piensas en si mismos y no en algo que se realizara para un bien común).
Podemos decir que las competencias se construyen durante el proceso de aprendizaje y también que pueden ser el resultado de este mismo, siempre y cuando su búsqueda no sea egoísta y que contenga el apoyo de todos.

Linkografía o Bibligrafía

La formación inicial del profesorado de matemáticas

Educación basada en competencias en Australia

La educación basada en competencias

Competencias del Profesional de la Educación en la Sociedad actual

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